Investigación

¿Puede REDD+ proteger los árboles que dan sustento a los recolectores de castaña en el bosque amazónico del Perú?

Comunidades amazónicas dedicadas a la recolección de castaña, han puesto su mirada en el programa de preservación de los bosques de la ONU: REDD+.
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Foto Marco Simola, CIFOR.

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PUERTO MALDONADO, Perú. Durante décadas, muchas familias en Perú se han ganado la vida cosechando castañas de Brasil, llenas de nutrientes y con forma de media luna, de árboles de 40 pies de altura en la Amazonía. Pero debido a la rápida desaparición de los bosques tropicales, y con los bosques ricos en castaña de Brasil bajo amenaza, estas comunidades han puesto su mirada en un programa de preservación de los bosques respaldado por la ONU como su última esperanza potencial.

REDD+, o Reducción de Emisiones derivadas de la Deforestación y la Degradación de bosques, busca compensar a los países ricos en bosques por conservar el carbono almacenado en los árboles, al mismo tiempo que promueve medios de subsistencia alternativos y el alivio de la pobreza.

El aprovechamiento de la castaña es el perfecto candidato para un proyecto REDD+, debido a que la supervivencia del árbol de castaña depende de un bosque que esté en buen estado, capaz de mantener la especie de abeja que poliniza estos árboles – los árboles de castaña no prosperan en bosques alterados o en plantaciones, por lo que la integridad del proyecto REDD+ está asegurado a través de la supervivencia de los árboles de castaña.

La investigadora Valerie Garrish pasó cuatro meses en la región noreste de Madre de Dios, entre octubre 2011 y enero 2012, entrevistando a los recolectores de castaña acerca de los planes de establecer un proyecto REDD+ local, que apoyaría en la conservación del bosque que alberga al árbol de castaña de Brasil.

El proyecto es coordinado por la empresa privada peruana Bosques Amazónicos, que busca convertirse en líder mundial en el desarrollo y comercialización de actividades forestales y ambientales. Es uno de los muchos proyectos piloto subnacionales de REDD+ que están surgiendo por todo el Perú, país que pierde 224 mil hectáreas de bosque cada año en manos de agricultores, mineros, madereros, extractores de gas y petróleo, así como de inmigrantes atraídos por la construcción de la carretera interoceánica.

Garrish conversó con los recolectores de castaña acerca de sus expectativas y preocupaciones sobre el esquema. Mientras tanto, el proponente del proyecto ha prometido la eventual implementación a lo largo del área de concesiones de castaña de Brasil de una planta de procesamiento, asistencia técnica y legal así como también un sistema de respuesta rápida para abordar invasiones ilegales de tierras.

Garrish piensa regresar en 2013 y 2014 para reevaluar si el proyecto REDD+ ha ayudado a proteger sus bosques, a crear trabajos y mejorar los ingresos. Compartirá sus hallazgos con las comunidades locales, los jefes del proyecto REDD+ y otras partes interesadas incluyendo formuladores de políticas, organizaciones no gubernamentales y empresas privadas, para orientarlas en el desarrollo de proyectos REDD+ futuros.

“Nos place decir que proporcionamos evaluaciones científicas e independientes de proyectos REDD+ en el campo,” dijo Garrish, quien no está sola en esto.

Ella forma parte del equipo de científicos enviados por el Centro para la Investigación Forestal a Brasil, Camerún, Tanzania, Indonesia y Vietnam, en los últimos dos años para enterarse de proyectos similares durante la etapa de “pre-implementación” de REDD+. Quienes han entrevistado a cerca de cuatro mil familias en 170 pueblos, distritos y provincias.

Garrish dijo que la meta principal de los más de 400 recolectores de castaña de Brasil que participaron, quienes todavía trabajan con métodos manuales laboriosos y peligrosos para cosechar las castañas, fue bastante clara. Sus metas a corto plazo son aumentar sus ingresos y fomentar la estabilidad del mercado.

Sin embargo, la estabilidad y planificación son conceptos elusivos para los recolectores. Por ejemplo, ellos dijeron que en enero del 2012 habían podido negociar en el mercado precios cercanos a los 200 dólares por “barrica” – canasta que contiene aproximadamente 60 kilos de castaña de Brasil pelada. Al regresar al campo, después de un poco más de seis meses, los recolectores se lamentaban que los precios hubieran caído rápida e imprevisiblemente cerca de 400 por ciento.

A pesar de que casi todos los recolectores aprecian el valor de proteger los bosques todavía tienen muchas inquietudes acerca de REDD+. Frente a regulaciones cada vez más estrictas ¿podrán mantener el control sobre sus concesiones a largo plazo otorgadas por el gobierno para la extracción de castañas?, ¿pueden esperar ser compensados adecuadamente por el carbón almacenado en sus bosques?, ¿es esta otra promesa vacía en una región acosada por proyectos de conservación a corto plazo y con poca visión, o el proyecto se convertirá eventualmente en una realidad?

También están desesperados por obtener más información del proyecto y por mayor transparencia, y aseguran que la mayoría de la información que conocen sobre REDD en este momento les llega filtrada por el proponente del proyecto y otros actores.

“Nosotros le estamos contando nuestras inquietudes tal como lo hacemos con el presidente cuando viene en una visita oficial”, le dijo un poblador a Garrish durante una reunión en una pequeña comunidad cerca de Puerto Maldonado. Frecuentemente los recolectores no saben a quién dirigirse para recibir información no sesgada y confiable sobre el proyecto.

La investigación realizada hasta el momento es sumamente rica y útil dijo Garrish, pero no deja de plantear desafíos porque no se cuenta con un “perfil estándar” del agricultor para poder trabajar.

Algunos dependen totalmente de la cosecha anual, que mayormente se realiza en el primer semestre del año, en tanto que otros complementan sus ingresos con pequeños negocios, producción agrícola (de subsistencia y un pequeño grupo con cultivos comerciales), extracción de madera y crianza de animales, y una minoría de ellos con la crianza de ganado.

Muchos otros factores entran en juego, incluyendo los mercados locales e internacionales.

Cuando las castañas alcanzan un precio alto en el mercado, los recolectores invierten menos tiempo en sus “chacras” – palabra quechua para las parcelas donde cultivan sus propios alimentos, dijo Garrish.

“Los recolectores generalmente están mas contentos cuando compran sus alimentos en vez de cultivarlos ellos mismos, cuando los recursos lo permiten. Más aun, cuando los precios están altos con frecuencia contratan más ayuda”.

Una de las principales preocupaciones compartidas por las comunidades involucradas en el proyecto se relaciona con los derechos sobre las concesiones de castaña.

En la última década, se ha otorgado más de mil concesiones de 40 años a recolectores en aproximadamente un millón de hectáreas de bosques públicos. Estos contratos están sujetos a la aprobación de planes anuales por el gobierno. Sin embargo, a algunos de los concesionarios les preocupa que REDD+ traiga nuevas reglas y que sus derechos puedan ser eventualmente revocados o limitados.

A algunos también les preocupa que no vean los beneficios directos del esquema de almacenamiento de carbono.

Garrish explicó que nada de esto es poco común, en parte porque la implementación de REDD+ en todo el mundo todavía se encuentra en las etapas iniciales y por ello es difícil confiar en su éxito.

Una publicación reciente de CIFOR muestra que las comunidades en otros lugares del mundo, sin importar las diferencias del contexto y los tipos de proyecto, tienen preocupaciones similares.

“Los principales desafíos para los proyectos REDD+ son: comunicar a los pobladores cómo funcionan los proyectos REDD+, las oportunidades y riesgos, y los derechos y responsabilidades; involucrar a los pobladores en el diseño e implementación del proyecto de manera significativa; y equilibrar la protección del bosque con las inquietudes de bienestar de los pobladores,” según los hallazgos preliminares de CIFOR en Perú.

Editado por Robin McDowell y Michelle Kovacevic.

Este trabajo es parte del Estudio Comparativo Global de CIFOR sobre REDD+, respaldado por la Agencia Noruega para Cooperación en el Desarrollo (NORAD) y AusAid.

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