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Compartiendo la tierra con tigres en Nepal

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Por Amy Ickowitz
Científica de CIFOR

Existe un intenso debate en la literatura científica sobre si la mejor manera de asegurar la permanencia de la biodiversidad global es a través de “compartir tierras” o a través de “ahorrar tierras” (Godfray et al. 2010, Perfecto y Vandermeer 2010, Phalan et al. 2011, Tscharntke et al. 2012). Los que proponen el “ahorro de tierras” argumentan que el modo más eficaz de conservar la biodiversidad es intensificar la producción agrícola en los terrenos más fértiles de forma que otras tierras se puedan reservar para la flora y fauna silvestre. Quienes defienden la opción de “compartir tierras” abogan por hacer hincapié en prácticas de uso de la tierra sostenibles y respetuosas con la vida silvestre, que limiten el uso de plaguicidas, y con cultivos diversificados, para mantener la biodiversidad y producir alimentos y madera en un mundo cada vez más poblado. Aunque la biodiversidad tiene muchas dimensiones y por lo tanto hay muchas formas de medirla, la investigación sugiere que los grandes depredadores desempeñan un papel fundamental en la regulación de los ecosistemas y que su presencia está asociada a una mayor biodiversidad en general (Sergio et al. 2005). Para los que proponen “compartir tierras” es fundamental preguntarse si compartir el terreno entre humanos y grandes predadores es siquiera posible.

Un artículo reciente de Carter et al. (2012), publicado en los Proceedings of the National Academy of Sciences, responde a esta interrogante al estudiar la capacidad de los tigres para coexistir con humanos dentro y fuera del Parque Nacional de Chitwan en Nepal. Los tigres son una especie interesante para estudiar en este contexto porque están en peligro en todo el mundo y se considera que son especialmente vulnerables a la extinción debido a que compiten con los humanos por espacio y alimento (Karanth et al. 2010) y a las presiones de la caza furtiva. El Parque Nacional de Chitwan es una reserva emblemática que ha recibido considerable apoyo financiero del Gobierno de Nepal y de WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza, por sus siglas en inglés). Además, es patrullado activamente por el ejército nepalí para impedir actividades ilegales. Se sabe que la densidad de tigres es alta dentro del parque, pero el parque está rodeado por un asentamiento humano relativamente denso (más de 200 personas por kilómetro cuadrado). Esto lo convierte en un lugar ideal para estudiar si realmente es posible que humanos y grandes depredadores “compartan tierras”.

Carter y sus colegas utilizaron datos obtenidos con cámaras de campo detectoras de movimiento localizadas dentro y fuera del Parque Nacional de Chitwan en 2010 y 2011. No sólo la densidad de tigres fue bastante elevada en ambos años sino que, sorprendentemente, la densidad no fue significativamente distinta dentro y fuera del parque. Aunque había mayor cantidad de seres humanos fuera del parque, su presencia dentro de este fue todavía considerable; en total, los seres humanos hicieron disparar el 85% de las cámaras. Los propios investigadores se sorprendieron al descubrir que ni los humanos a pie (en su mayoría recolectores de recursos forestales) ni los que iban en vehículos (sobre todo personal del ejército) tuvieron un efecto estadísticamente significativo sobre la probabilidad de la presencia de tigres. Mientras que el 20% de las detecciones de tigres en el parque ocurrieron durante horas del día, sólo el 5% de las detecciones de tigres fuera del parque tuvieron lugar a esas horas. Por lo tanto, los investigadores creen que los tigres ajustan sus actividades en respuesta a la presencia humana, siendo menos activos cuando los pobladores locales son más activos.

Los resultados de este estudio son muy alentadores, y tienen importantes implicaciones para el debate  sobre compartir o ahorrar tierras: parece que por lo menos es posible que seres humanos y algunos grandes depredadores compartan tierras. Si los grandes depredadores son buenos indicadores de la biodiversidad, entonces puede que no sea necesario reubicar a las poblaciones locales y restringir estrictamente todas sus actividades para conservar especies como los tigres. Por supuesto, los resultados de este estudio deben ser verificados en otros lugares para extraer conclusiones de aplicación más general. Existen algunas razones para pensar que el caso de Chitwan pueda ser el mejor escenario. Chitwan recibe cantidades excepcionales de apoyo financiero, político y técnico, lo que lo hace muy distinto de muchos de los parques nacionales del mundo, especialmente aquellos en países en desarrollo. Además, no todos los depredadores son capaces de ajustar su comportamiento con la misma eficacia que los tigres. Hay que añadir que el estudio no indica si hubo incidentes de ataques de tigres a humanos o al ganado, que pueden afectar la buena disposición de los humanos para compartir la tierra con grandes depredadores. No obstante, los resultados de este estudio ofrecen esperanza a quienes creen que la coexistencia entre humanos y un gran depredador es por lo menos posible.

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Lecturas adicionales

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