Columna del Director General

2015: un año para la integración

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Campos de arroz y bosques en Bali, Indonesia. Foto: Daniel Murdiyarso/CIFOR

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Campos de arroz y bosques en Bali, Indonesia. Foto: Daniel Murdiyarso/CIFOR

Campos de arroz y bosques en Bali, Indonesia. Foto: Daniel Murdiyarso/CIFOR

 

Son pocas las personas que en los círculos del desarrollo y medio ambiente probablemente no sepan que este año veremos una confluencia de  acuerdos globales. Tras un proceso de 43 años, desde Estocolmo en 1972, pasando por Río en 1992 y Río +20 en 2012, la agenda de desarrollo post-2015 está madurando y será el punto focal de la Asamblea General de la ONU en septiembre. Después de 21 años de negociaciones, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) se encamina hacia un nuevo tratado que emergerá en la COP21, el próximo diciembre en París. Con la entrada en vigor de estos dos acuerdos, el mundo tendrá un marco para la acción,, nuevo y fresco, acordado al más alto nivel político.

Dos interrogantes inmediatas emergen de estos procesos:

  •  ¿Cómo se complementan estos dos mega eventos?
  • ¿Cómo pueden los sectores económicos, como el forestal, emprender las mejores acciones posibles que permitan alcanzar estas metas?

La palabra clave parece ser “integración”.

Empecemos con la primera interrogante. No es un secreto que el desarrollo sostenible y el cambio climático han sido manejados separadamente en las instancias intergubernamentales.

La historia del desarrollo sostenible, muy bien descrita en este documento de referencia  elaborado para Río+ 20,  señala que la Agenda 21 de 1992, estuvo sesgada hacia la dimensión ambiental del desarrollo sostenible, y que se subestimó la implementación de las metas. Como sabemos, la CMNUCC fue producto de la misma Agenda 21, y avanzó hasta convertirse en un proceso de negociación  importante, independiente y complejo.

 Durante las dos últimas décadas, documentos clave de la ONU como el Plan de Aplicación de las decisiones de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de Río +10 acordado en el 2002, identifican a la CMNUCC como la instancia responsable de los asuntos relacionados al cambio climático. Este “encargo” siguió siendo resaltado en el 2012 en el informe de Río +20. En el 2013, en el reporte preparado por el Secretario General de la ONU, se reconocía a la CMNUCC como una de las tres “convenciones ambientales” y si bien las secciones referentes a la Convención sobre la Diversidad Biológica (CDB por sus siglas en inglés)  y la Convención de las Naciones Unidas sobre la lucha contra la desertificación (UNCCD por sus siglas en inglés) hacen referencia al proceso post 2015, la CMNUCC no lo hace.

ACUERDOS GLOBALES SÓLIDOS

En el camino al 2015, el denominado Llamado de Lima para la Acción Climática suscrito durante la COP20 en Perú, continúo refiriéndose al desarrollo sostenible como un “cobeneficio”, aunque con frecuencia encontramos referencias cruzadas sobre el desarrollo sostenible en el texto borrador del acuerdo. Es más significativo que la Asamblea General de la ONU del 2014 se organizara conjuntamente con la concurrida cumbre sobre el clima. Aún más, el  Grupo de Trabajo Abierto Post-2015 de la ONU define claramente la lucha contra el cambio climático como uno de  los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos (aunque fuera una nota al pie, la única entre los 17 objetivos, allí sigue identificando a la CMNUCC como el foro destinado para negociar las acciones contra el cambio climático).

Sin profundizar demasiado en un análisis de porqué las estructuras políticas e institucionales han mantenido los procesos de desarrollo sostenible y cambio climático separados, es evidente que hay una confluencia entre ambos. Tal vez incluso podemos hablar de integración, al menos a nivel de la acción.

Otro aspecto importante es que ambos procesos buscan acuerdos que sean consistentes a nivel mundial. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) pretenden ser globales, mientras que los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) se centraban en los países “en vías de desarrollo”. Del mismo modo, mientras que el anterior acuerdo sobre el clima -el Protocolo de Kyoto- se centraba principalmente en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el tratado de París busca alcanzar relevancia a nivel mundial. Es muy probable que esta perspectiva global tenga un fuerte impacto en la manera en se perciben e implementan los acuerdos.

En su discurso en la reciente Cumbre de Desarrollo Sostenible de Delhi, escuché a Laurent Fabius, Ministro de Asuntos Exteriores y Desarrollo Internacional de Francia, declarar con convicción que las acciones del desarrollo y el clima debían abordarse en forma conjunta, Esta es una buena señal y me aúno los deseos de otros en el sentido que Francia tenga mucho éxito en la COP21 acogiendo y apoyando las metas del desarrollo y el clima simultáneamente.

Volviendo ahora a la segunda pregunta: cada sector económico se enfrenta a nuevos retos y oportunidades, algunos de los cuales se plasman en los próximos acuerdos del 2015. Un reto es cómo relacionar salidas sectoriales específicas para las grandes ambiciones políticas expresadas en los ODS. Por ejemplo ¿Cómo puede un sector minoritario como el forestal organizarse para brindar las mejores contribuciones posibles (o las que causen el menor daño)?

 Los sectores económicos tienden a estar separados y las soluciones casi siempre se buscan a nivel interno. Instituciones, comunidades de profesionales, la ciencia, educación, las cadenas de valor, tradiciones y la percepción pública pueden contribuir al logro de un enfoque sectorial, que a menudo promueve innovación, eficiencia y beneficios económicos internos. Sin embargo, un efecto secundario de esta especialización es que las interacciones con otros sectores pueden llegar a ser nulas, cuando la terminología, las prácticas, las comunidades y las propuestas de valor se van apartando de su sector. Las diferencias de objetivos entre sectores como por ejemplo la agricultura, la forestería y la pesca pueden ser bastante pronunciadas también dentro de organismos como la FAO y el CGIAR, que supuestamente abarcan de forma exhaustiva esas “divisiones de la agricultura”. Es obvio para muchos que las contribuciones combinadas de los sectores agrícolas desempeñarán un papel importante en el logro de los ODS y en el manejo del cambio climático. Apropósito de esta afirmación, el Global Landscapes Forum se está convirtiendo en una poderosa plataforma para explorar la integración y colaboración horizontal, y para vincular los ODS con los acuerdos sobre el clima.

MÁS ALLÁ DE LA TIERRA

Pero esto no termina aquí. Una mirada a los ODS propuestos revela que los sectores agrícolas también deben vincularse con una serie de temas que van más allá de la propia tierra. La equidad, la salud, la energía, el agua, la infraestructura, la producción y los patrones de consumo, el crecimiento económico y las finanzas están todas consideradas en el proyecto de los ODS, y sería irresponsable ignorarlos cuando pensamos en el aporte de la forestería y la agricultura . Así que también estamos abordando la integración vertical de los sectores. Por ejemplo, ¿cómo podemos conectar al sector financiero con los pequeños productores en los campos de la agricultura y la forestería y extender las inversiones necesarias para el uso sostenible de la tierra?

Cada sector tiene el desafío de mirar más allá de sus límites tradicionales y resolver sus vínculos con los ODS y las acciones contra el cambio climático. En el sector forestal, esto significa ir más allá del ODS #15 y ver el panorama más grande: la pobreza, la salud, la equidad, el bienestar, así como la protección del planeta. Evitemos caer en el juego de reducir la acción en el ámbito forestal a unas pocas menciones, y más bien empecemos a mostrar sus contribuciones reales al desarrollo sostenible .

El avance del proceso post-2015 se resume en un reciente informe del Secretario General de la ONU: “El camino hacia la dignidad para el 2030: acabar con la pobreza y transformar todas las vidas”. Al leerlo, me entusiasmó a ver las frecuentes referencias cruzadas relacionadas con  los desafíos del cambio climático. También me alegró ver menciones sobre los bosques no sólo en la sección referente a la protección de los ecosistemas, sino también dentro de las secciones referidas  a la prosperidad compartida y el crecimiento económico inclusivo y transformador.

De hecho, el título es “Enfoques sostenibles para la gestión de los paisajes” (incluyendo la agricultura y los bosques).

Y por cierto,  el informe también usa la palabra “integración” 21 veces.

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