Investigación

El potencial de la regeneración natural en la restauración de paisajes forestales

Aprovechar la capacidad natural del bosque para repararse y crecer de nuevo es esencial para los países que esperan alcanzar sus compromisos de restauración.
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Terry Sunderland/CIFOR

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Cuando la mayoría de  personas piensa en restauración de bosques, piensa en plantar árboles.

Pero considerando la escala necesaria para alcanzar las ambiciosas metas globales de restauración, los costos involucrados son exorbitantes: desde la compra de millones de plántulas hasta el pago de operarios para sembrarlas y cuidarlas. Sin embargo, existe una poderosa alternativa que es menos costosa y tan efectiva: la naturaleza misma.

En una nueva publicación, los investigadores Manuel Guariguata del Centro para la Investigación Forestal Internacional y Robin Chazdon de la Universidad de Connecticut, sostienen que es esencial  aprovechar la capacidad natural del bosque para repararse y crecer de nuevo si los países esperan alcanzar compromisos de restauración como el Desafío de Bonn y la Iniciativa 20×20.

“Especialmente para países que han hecho compromisos por varios millones de hectáreas, como México, sería poco realista -o en todo caso demasiado costoso- cumplir con sus metas solamente plantando árboles”, explica Guariguata

Entonces, ¿cuál sería la alternativa? Robin Chazdon señala el caso de la región de Guanacaste en Costa rica. A finales de los años 70, gran parte del bosque seco que se encuentra en el área había sido talado por ganaderos para convertirlos en pasturas y aprovechar el auge de los precios de la carne. Cuando el mercado internacional se desplomó de repente a mediados de los años 80, la actividad dejó de ser sustento para los pequeños propietarios en las áreas marginales.

Muchos de ellos simplemente abandonaron sus tierras y el bosque regresó a reclamar su terreno.

Primero se estableció vegetación leñosa de rápido crecimiento y las plántulas de árboles y arbustos colonizaron los suelos perturbados. Estos superaron rápidamente a los pastos y atrajeron pájaros y murciélagos que llegaron a descansar, comer frutos y dispersar semillas. Con el paso de cada año, llegaron nuevas plantas y animales y, poco a poco, el bosque regresó.

Especialmente para países que han hecho compromisos por varios millones de hectáreas, como México, sería poco realista -o en todo caso demasiado costoso- cumplir con sus metas solamente plantando árboles"

Manuel Guariguata

En el caso de Costa Rica, aunque los cambios en la economía fueron los mayores impulsores de la regeneración, los cambios políticos -incluyendo restricciones a la tala de bosques e importantes pagos por servicios ambientales (PSA)-  contribuyeron a garantizar la supervivencia de un nuevo bosque.

“El área cuenta hoy con casi 50% de cobertura forestal y la vida silvestre se ha recuperado significativamente en esas zonas del bosque”, dice Robin Chazdon.

A pesar del éxito, la regeneración natural ha sido ignorada en los planes de reforestación. Chazdon se refiere a estas áreas en regeneración como las “tierras huérfanas” pues han sido desatendidas.

“Los organismos de conservación han subestimado estas tierras porque no han considerado a su regeneración inicial como algo que valga la pena ser conservado; la agricultura las ha subestimado porque es obvio que esta regeneración sucede en tierras no muy aptas para la agricultura; y el sector forestal las ha subestimado por su preferencia por las hileras ordenadas de árboles plantados en lugar de esta regeneración impredecible, llena de especies no comerciales” dice Chazdon.

“Estas tierras no han tenido un espacio por eso estamos tratando de darles un lugar mucho más central”.

Parte del problema radica en una percepción generalizada de que el bosque en regeneración es tierra baldía.

“En Costa Rica algunas veces los pequeños propietarios eliminan lo que ven como vegetación indeseable porque quieren reforestar, e ignoran que están eliminando especies arbóreas realmente valiosas que recién se han establecido y que nadie tuvo que plantar”, afirma Chazdon.

Pero además existen fuertes presiones sociales que van en contra de la regeneración natural.

“En muchos países del trópico, el barbecho se percibe como tierra que no se ha trabajado, dando una mala impresión del pequeño propietario”, advierte Guariguata.

No solo los países ahorrarán dinero, sino que también brindarán un mayor impulso a la diversidad biológica en comparación con los monocultivos de especies forestales, sobre los cuales se apoyan con frecuencia los programas de reforestación

Robin Chazdon

“No estamos diciendo que se deba dejar toda la tierra en manos de la naturaleza, sino que necesitamos crear incentivos para que estos bosques que se están regenerando sigan su curso, y para compensar a los propietarios por no usar estas tierras para la agricultura”.

Esto no significa necesariamente realizar pagos. Aunque podría ser una solución a corto plazo, Chazdon y Guariguata no ven en estos una solución económica sostenible  en el tiempo. Según los investigadores, el valor del bosque secundario se puede crear de varias formas, seleccionando y mejorando la tala de especies comerciales del bosque secundario, o garantizando mejores precios de los productos forestales no maderables.

Los incentivos también pueden ser de tipo social, afirma Chazdon.

“Los pequeños propietarios se pueden convertir en administradores de la regeneración natural, para lo cual debe haber algún tipo de estatus asociado al rol. Podría haber premios, clubes, beneficios sociales y aceptación en ciertos programas  para quienes se encarguen de esto”.

“Es algo que no sucederá de la noche a la mañana, pues los cambios culturales siempre son lentos. Pero he presenciado un cambio de actitud en Costa Rica en los últimos 30 años que he estado trabajando allí”, afirma la investigadora.

“Las personas se sienten orgullosas de sus bosques secundarios. Así que solo necesitan el ambiente social apropiado, estímulo y educación para entender cómo pueden jugar un papel activo en todo este proceso”.

A nivel nacional, los programas de reforestación usualmente son gestionados por los departamentos forestales, donde hay expertos en plantaciones forestales de pocas especies, lo que tiende a ser su salida. El plantar árboles puede verse como una solución rápida que hace evidente que  los políticos están haciendo algo, además de los beneficios económicos de plantar especies forestales predecibles y comerciales.


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Chazdon y Guariguata plantean que los funcionarios pueden aprender a identificar las áreas que se regeneran de forma natural, y por lo tanto, concentrar los recursos para la plantación de árboles en otros lugares donde realmente es necesario.

Una investigación reciente de Chazdon y sus colaboradores en Brasil estableció que es posible mapear la probabilidad de regeneración natural empleando información del paisaje y otras variables climáticas como precipitación, inclinación del terreno, elevación, proximidad a otros fragmentos de bosque y ríos.

Guariguata sostiene que hace falta orientar más esfuerzos en la capacitación y en herramientas de toma de decisiones de forma que ayuden a los forestales, ecólogos y gestores del medio ambiente a identificar “los mejores sitios para dejar que la naturaleza siga su curso”.

“Existen herramientas sofisticadas pero aún no están ampliamente disponibles o son conocidas en la mayoría de los países en desarrollo, donde son más necesarias. Los mapas que solo muestran el grado de degradación de un lugar son muy comunes en el marco de toma de decisiones, pero este tipo de información es solo una parte de un gran todo. Estas herramientas deben incorporar tanto información biofísica como socioeconómica”, dice.

Los beneficios de este enfoque son enormes, de acuerdo a los investigadores. No solo los países ahorrarán dinero, sino que también brindarán un mayor impulso a la diversidad biológica en comparación con los monocultivos de especies forestales, sobre los cuales se apoyan con frecuencia los programas de reforestación. Y esto mejorará la resiliencia, afirma Chazdon.

“Cuando se empiecen a sentir los impactos del cambio climático y de otra índole, la heterogeneidad y mayor variedad de plantas nativas será de gran importancia. En mi opinión esta es una situación menos riesgosa que las plantaciones de monocultivos a gran escala”.

“Debemos pensar a largo plazo, algo que no hemos hecho hasta el momento. Esta es una de las razones por la que hay tanta prevalencia de tierras degradadas en todo el mundo”.

“La regeneración natural no es la panacea, es el complemento”, añade Guariguata. “Pero es un complemento que ha sido altamente ignorado y muy poco empleado. Su potencial es enorme”.

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