Opinan los expertos

La Amazonía Occidental al borde de la “perfecta tormenta de fuego”

LIMA, Perú (13 de enero de 2012)_En un día soleado y con viento a finales de septiembre de 2005, don Ángel Rodríguez, agricultor del pueblo de Zapotillo en la Amazonía peruana, perdió la mayor parte de sus bienes familiares: una plantación de 20 hectáreas de la madera de construcción de rápido crecimiento Guazuma crinita, que estaba próxima a ser cosechada, los campos de maduración de plátanos y todo el ganado, debido a un incendio que avanzó rápido y que barrió con el pueblo y su propiedad.
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Foto cortesía de Nicolas Emmanuel-Emile/flickr.

LIMA, Perú (13 de enero de 2012)_En un día soleado y con viento a finales de septiembre de 2005, don Ángel Rodríguez, agricultor del pueblo de Zapotillo en la Amazonía peruana, perdió la mayor parte de sus bienes familiares: una plantación de 20 hectáreasde la madera de construcción de rápido crecimiento Guazuma crinita, que estaba próxima a ser cosechada, los campos de maduración de plátanos y todo el ganado, debido a un incendio que avanzó rápido y que barrió con el pueblo y su propiedad.

Fue un impacto devastador para la situación económica de la familia, pero no fue nada en comparación con las pérdidas de los vecinos de la familia Rodríguez, los Pezo. Don Ramón Pezo, quien antes había respondido a una llamada de auxilio de Ángel– salvando del fuego la casa y el jardín de los Rodríguez– perdió la vida, según se informó, mientras trataba de salvar su propia casa, sus campos de yuca y sus naranjales y durazneros. Ángel encontró el cuerpo de don Ramón frente a la casa de los Pezo. Ángel piensa que el humo lo sofocó cuando corrió desde el huerto que estaba tratando de proteger hacia la casa que acababa de prenderse en llamas.

Por largo tiempo, la Amazonía Occidental, incluyendo las tierras bajas de la Amazonía peruana, había sido considerada segura frente al tipo de incendios que han devastado la Cuenca Oriental del Amazonas por décadas. Con altos niveles de lluvias, estaciones secas menos pronunciadas y áreas extensas de bosques maduros, el estado de Acre en Brasil, así como la Amazonía peruana y boliviana, raramente han sufrido incendios extensos destructivos. Pero luego llegó la sequía del 2005. Ese año se quemaron más de 300 mil hectáreas de bosques en el estado brasileño de Acre, así como extensas áreas en el vecino Perú. Según se informó, las pérdidas económicas llegaron a más de 50 millones de dólares solamente en Acre.

El mismo año, fuentes del gobierno peruano informaron que más de 22 mil hectáreas se habían quemado solamente en una provincia en la Amazonía. Si bien esta es un área grande, probablemente sea una subestimación seria. Del área quemada oficialmente reconocida, alrededor de 16 mil hectáreas eran bosques, más de cinco mil eran pastizales y el resto fueron plantaciones frutales, campos de yuca, platanales y los pueblos y hogares de las familias agricultoras. La sequía del 2005 y la posterior y más extrema sequía del 2010 fueron eventos climáticos excepcionales, pero sequías de magnitud comparable habían ocurrido años antes en la Amazonía Occidental, con menos incendios y menor destrucción. Y desde el 2005 los incendios han quemado bosques y granjas cada año, sin importar si la lluvia es excepcionalmente escasa o no. ¿Qué ha cambiado?

La Amazonía Occidental, al igual que muchas áreas tropicales forestales del mundo, parece estar al borde de la “perfecta tormenta (de fuego)” de cambios que se han sumado para convertir al fuego, por mucho tiempo una herramienta indispensable para los agricultores, en un enemigo y en una creciente razón para dejar el campo totalmente y vivir de forma precaria en los barrios urbanos. El fuego es también la razón por la que muchas formas tradicionales de uso de la tierra desaparecen en muchas zonas, especialmente las formas desarrolladas localmente, altamente diversas, productivas y sostenibles del bosque Amazónico y el manejo agroforestal al que le hemos dedicado décadas de estudio, cediendo su lugar a campos de pastura o frecuentemente transformadas en tierras degradadas que simplemente son abandonadas. Y cada incendio destructivo hace cada vez más susceptible a los bosques de la Amazonía Occidental, que alguna vez parecieron invulnerables a las sequías y al fuego.

En la Amazonía peruana confluyen muchos patrones interrelacionados: el uso de la tierra, la cobertura de la tierra, la propiedad, residencia, migración y cohesión social están cambiando, junto con los cambios de clima que pueden indicar una tendencia hacia estaciones secas más pronunciadas. Los grandes ganaderos que ahora viven lejos en las ciudades, tienden a emplear solamente unos cuantos encargados de vigilancia que inician incendios para controlar el crecimiento de la vegetación y las plagas, y no cuentan con el personal que detenga la incineración cuando esta se extiende mas allá de los límites del rancho. Igualmente, las pequeñas granjas familiares tampoco cuentan con suficiente personal, y los miembros de la familia pasan más tiempo en las ciudades y no están disponibles para controlar el fuego y construir cortafuegos. Muchos de los que viven en los pueblos son inmigrantes recientes de fuera de la región, y con frecuencia estas nuevas poblaciones diversas no se juntan para formar grupos que ayuden en el manejo del fuego, hasta que, como en el caso de Zapotillo, es demasiado tarde.

Entonces, si bien la necesidad de una solución es cada vez más urgente, las razones para la destrucción permanecen desconcertantemente complejas y difíciles, impulsando a las autoridades responsables a buscar soluciones fáciles. Una “solución” fácil es culpar al pequeño agricultor y simplemente prohibir el uso del fuego. Si bien esta opción puede ser tentadoramente sencilla, esta política frecuentemente adoptada simplemente no ha funcionado en la zona. El fuego como herramienta está fácilmente al alcance, es demasiado difícil seguirle el rastro, es muy difícil de detener, mientras que las herramientas alternativas eficaces para el pequeño agricultor y herramientas igualmente baratas para grandes ranchos siguen siendo difíciles de conseguir.

La complejidad del problema realmente ofrece varios enfoques posibles de intervención. Algunos gobiernos locales como el estado de Acre que informan a los agricultores sobre de los peligros repartiendo “calendarios de quema” y mantienen datos precisos de propiedad fomentando la rendición de cuentas, parecen estar enfrentando más eficazmente el problema que aquellos que utilizan la amenaza. Pero en gran parte de la Amazonía Occidental la situación de los incendios tiende a empeorar aun más y la familia Rodríguez junto con sus vecinos enfrentará sin duda la destrucción y las tragedias personales una vez más.

httpv://www.youtube.com/watch?v=bB8948NXEuQ&feature=plcp&context=C36e1a6bUDOEgsToPDskJ7Y4mzKut4sBBJwKuK0iT8

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