Opinan los expertos

¿Qué piensan las personas? Encontrando optimismo en las plantaciones forestales

Mientras se espera que la madera aprovechada en bosques naturales tropicales alcance “su producción máxima” en las próximas décadas, la superficie correspondiente a las plantaciones forestales para satisfacer la demanda futura de madera también ha venido incrementándose. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las plantaciones forestales aumentaron en alrededor de 5 millones de hectáreas anualmente durante el periodo 2000-2010, y la expansión de las plantaciones forestales, tanto de pequeña como gran escala, ya está ocurriendo en varios países tropicales. En muchos casos, las plantaciones forestales se están estableciendo en lugares que fueron deforestados durante décadas o en lugares donde los bosques no crecen naturalmente. Mientras que el público percibe casi siempre la deforestación tropical como algo negativo, ¿qué sucede cuándo pasamos de “no tener árboles” a tener “muchos árboles”? Varios estudios acerca del impacto de las plantaciones forestales se han centrado en los aspectos ambientales; sin embargo, pocos han analizado las percepciones de las personas acerca de la emergencia de estos nuevos ecosistemas que no siempre son acogidos favorablemente por el público. Dos nuevos estudios realizados en América Latina arrojan luz sobre este último aspecto.
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Pocos estudios han analizado las percepciones de la gente sobre el surgimiento de plantaciones de árboles. Fotografía cortesía de Bill Collison.

Few studies have dealt with people’s perceptions about the emergence of tree plantations. Bill Collison

Mientras se espera que la madera aprovechada en bosques naturales tropicales alcance “su producción máxima” en las próximas décadas, la superficie correspondiente a las plantaciones forestales para satisfacer la demanda futura de madera también ha venido incrementándose. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las plantaciones forestales aumentaron en alrededor de 5 millones de hectáreas anualmente durante el periodo 2000-2010, y la expansión de las plantaciones forestales, tanto de pequeña como gran escala, ya está ocurriendo en varios países tropicales. En muchos casos, las plantaciones forestales se están estableciendo en lugares que fueron deforestados durante décadas o en lugares donde los bosques no crecen naturalmente. Mientras que el público percibe casi siempre la deforestación tropical como algo negativo, ¿qué sucede cuándo pasamos de “no tener árboles” a tener “muchos árboles”? Varios estudios acerca del impacto de las plantaciones forestales se han centrado en los aspectos ambientales; sin embargo, pocos han analizado las percepciones de las personas acerca de la emergencia de estos nuevos ecosistemas que no siempre son acogidos favorablemente por el público. Dos nuevos estudios realizados en América Latina arrojan luz sobre este último aspecto.

En Uruguay, durante las dos ultimas décadas, las plantaciones de pino y eucalipto han significado un cambio dramático en el uso de suelo, antiguamente utilizado para ganadería en pastizales. En un artículo publicado en Forest Policy and Economics, Vihervaara et al. (2012) evaluaron las percepciones de los pobladores locales que vivían en el campo y en ciudades cercanas a las plantaciones. El 70% de los entrevistados consideró que la expansión de las plantaciones forestales era algo bueno y mostró una actitud positiva hacia la industria forestal. Los resultados demostraron también significativas diferencias de percepción en función del género: los encuestados varones mostraron una opinión más favorable sobre las plantaciones que las mujeres (85% vs. 63%). Las preocupaciones referidas al impacto de las plantaciones estaban divididas: mientras un 47% se mostró preocupado por el impacto que tendrían sobre el agua y los suelos, un 41% estaba ligeramente preocupado o no estaba preocupado en absoluto. Cerca de un tercio de aquellos que viven en el campo consideraron que los impactos en el paisaje eran bastante o muy negativos, mientras que la mitad de aquellos que vivían en poblaciones rurales tenía la misma percepción. Aunque la población encuestada fue seleccionada aleatoriamente, el estudio no informó si los entrevistados estaban vinculados a actividades relacionadas con plantaciones forestales, lo que podría haber introducido un sesgo en los resultados.

En Chile, las plantaciones de Pinus radiata, una especie no nativa del país, empezaron durante la década de los sesenta como una manera de sustituir el aprovechamiento de madera en los bosques naturales. En su estudio de percepciones publicado en la Revista Chilena de Historia Natural, Püschel-Hoeneisen y Simonetti (2012) informaron que, aunque los chilenos colocaron en primer lugar a los ecosistemas naturales en su lista de preferencias, y no necesariamente están de acuerdo con tener plantaciones de una especie exótica de pino en el paisaje, reconocieron no obstante que las plantaciones podrían desempeñar un papel importante en la conservación. Otras encuestas demostraron que las personas estarían dispuestas a pagar más por productos forestales provenientes de estas plantaciones si se podía comprobar que contribuían a la conservación de la biodiversidad. De hecho, el 90% de los encuestados mostraron tener preferencia por un paisaje donde las plantaciones de pino exótico tenían un sotobosque desarrollado, albergando más biodiversidad que aquellas sin sotobosque. A diferencia del estudio de Uruguay, los pobladores de áreas rurales no revelaron opiniones importantes cuando se les preguntó si las plantaciones representaban una amenaza a la biodiversidad, mientras que los habitantes urbanos de Santiago no consideraron que las plantaciones de pino fueran perjudiciales para el medio ambiente.

¿Por qué son estos estudios importantes? A medida que las plantaciones forestales de gran escala se han ido expandiendo durante los últimos cincuenta años, con frecuencia han adquirido una mala reputación. Algunas plantaciones han sido establecidas en el lugar equivocado, con el material vegetal equivocado, sin tener en cuenta las mejores prácticas de manejo y el conocimiento científico disponible e ignorando preocupaciones sociales. En algunos países, la población local ha sido incluso desplazada por las empresas forestales. Sin embargo, las crecientes y conflictivas necesidades de alimentos, energía y fibra–en muchos casos a expensas de la cobertura forestal en el trópico–argumentan a favor del establecimiento de plantaciones forestales manejadas intensivamente con una alta productividad por unidad de tierra, siempre y cuando se respeten los salvaguardas ambientales y sociales.

Aunque la aplicación de códigos voluntarios de buenas prácticas para las plantaciones ayudarían con seguridad a mitigar tanto el impacto social como ambiental, quizás lo que ha estado faltando es más investigación orientada a comprender la aceptación social y las preferencias de los consumidores por las plantaciones forestales y sus productos–cuestiones que con frecuencia no se abordan de forma explícita en las directrices de manejo y los estándares de certificación. Los informes de Uruguay y Chile son preliminares, específicos al lugar y están basados en suposiciones y métodos de investigación diferentes. Pero deberían generar más interés entre los investigadores, administradores y responsables de políticas en cómo explicar, de manera creíble y legítima, las opiniones sociales acerca del establecimiento y administración de las plantaciones forestales a gran escala. Esto será cada vez más importante si queremos que las plantaciones forestales contribuyan de manera seria a reducir la extracción no sostenible de madera en los bosques tropicales.

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