El aprovechamiento del aceite de palma en Colombia debe atender las preocupaciones ambientales y los derechos humanos

BOGOR, Indonesia (20 de marzo de 2013)_Colombia, el gigante del aceite de palma, podría estar en mejor posición que países como Indonesia, Malasia y otros jugadores de ligas mayores para lograr un mejor equilibrio entre la sostenibilidad y la producción; pero el éxito depende de la voluntad política y el sólido monitoreo de los impactos ambientales, de acuerdo con una nueva publicación. También es importante que en el proceso no se atropellen los derechos de las poblaciones locales.
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Hasta 20 millones de hectáreas de las tierras agrícolas de Colombia se usan ineficientemente y podrían alojar nuevas plantaciones de palma aceitera. Fotografía cortesía de Christopher Schoenbohm

Hasta 20 millones de hectáreas de las tierras agrícolas de Colombia se usan ineficientemente y podrían alojar nuevas plantaciones de palma aceitera. Fotografía cortesía de Christopher Schoenbohm

BOGOR, Indonesia (20 de marzo de 2013)_Colombia, el gigante del aceite de palma, podría estar en mejor posición que países como Indonesia, Malasia y otros jugadores de ligas mayores para lograr un mejor equilibrio entre la sostenibilidad y la producción; pero el éxito depende de la voluntad política y el sólido monitoreo de los impactos ambientales, de acuerdo con una nueva publicación. También es importante que en el proceso no se atropellen los derechos de las poblaciones locales.

El país sudamericano, el quinto mayor productor y con el crecimiento más rápido en el mundo, intenta sextuplicar su producción para finales de esta década, escribieron John García-Ulloa y otros autores en Lowering environmental costs of oil-palm expansion in Colombia (Reduciendo los costos ambientales de la expansión de la palma aceitera en Colombia.

Ellos aseguran que en vez de emplear los bosques naturales, Colombia puede ser capaz de convertir pastos degradados en plantaciones de aceite de palma, abriendo el acceso a la UE y otros mercados donde los consumidores están demandando aceite de cocina, cosméticos y “energía verde” producidos de manera sostenible.

Colombia, país que tiene una larga historia de violencia vinculada en parte con la siembra y cosecha ilegal de coca para el comercio de drogas, inició el cultivo de palma aceitera en zonas relativamente pequeñas en la década de los setenta, principalmente para abastecer al mercado interno de alimentos. La expansión rápida empezó en el 2000, gracias en gran parte a exenciones tributarias y otros incentivos ofrecidos por el gobierno para aumentar la producción de aceite de palma para la exportación, así como para cumplir los objetivos de mezclas para la producción de biodiesel.

A partir del 2010, más de 400 mil hectáreas de tierra están en producción o en desarrollo, de acuerdo con el Sistema de Información Estadística del Sector Palmero, o SISPA.

Sin embargo, este crecimiento sin precedentes no se dio sin controversias.

Las organizaciones no gubernamentales han reclamado que junto a los desarrolladores más legítimos, fuerzas de seguridad violentas, cuasi estatales, involucradas en el manejo de drogas han ganado asideros en el sector del aceite de palma, mientras que el sistema judicial del país ha tomado acción contra los productores de palma por contribuir al desplazamiento interno de más personas que cualquier otro país además de Sudán.

Sin embargo, estudios realizados por el Centro para la Investigación Forestal Internacional, indican que el aceite de palma puede jugar un papel menos directo en el desplazamiento de la población que lo que se ha afirmado.

Y hay una esfera de acción, potencialmente, para que Colombia amplíe sus plantaciones de una manera relativamente limpia.

Los autores del nuevo trabajo que fue publicado en la revista Conservation Letters, generaron una base de datos espacial integral, socio económica y ambiental para Colombia, y la usaron para modelar cinco escenarios para la expansión del aceite de palma: orientados a la producción, maximizando la productividad; desarrollo agroindustrial, priorizando la seguridad alimentaria; protección del ecosistema, priorizando la conversión de tierras modificadas por las personas y menos rentables; conservación del carbono, que prioriza la conservación de la vegetación rica en carbono; y un escenario híbrido que combina cada una de estas prioridades.

“Colombia puede tener una ventaja sobre el caso de Indonesia cuando se trata de disminuir los impactos de la expansión de la palma aceitera”, dijo García-Ulloa de ETH Zúrich, Suiza.

Un gran sector de la tierra agrícola de Colombia – hasta 20 millones de hectáreas – incluye pastos para ganadería que son “muy ineficientes debido al uso de sistemas de producción rudimentarios”.

“Estas zonas podrían alojar nuevas plantaciones de palma aceitera, evitando así la expansión en otros ecosistemas naturales, tales como bosques o sabanas.”

Las tierras degradadas de Indonesia, por otro lado, son mucho más heterogéneas, pueden ser difíciles de acceder, e incluyen suelos de turba y bosques degradados que todavía tienen un valor considerable para la biodiversidad, por lo que significa un gran riesgo para el medio ambiente si se les usa para palma aceitera.

“Nuestro escenario híbrido, si bien es eficiente en alojar palma aceitera minimizando al mismo tiempo los impactos sobre la agricultura y el medio ambiente, no es sino un óptimo teórico y su materialización puede fracasar si no hay compromiso político”, escribieron García-Ulloa y sus coautores.

También dijo que la situación del orden público es el “principal reto” de Colombia.

También “hay una percepción generalizada…de que se debería ampliar la frontera agrícola, sin advertir que la vasta mayoría de las zonas ya transformadas están dominadas por sistemas agrícolas ineficientes, tales como la ganadería extensiva”.

Sin embargo, el sector de la palma aceitera es uno de los sectores agrícolas mejor organizados del país, y existen muchas organizaciones de todos los matices políticos que pueden encender el debate público, a pesar de que tienden a enfocarse en los problemas sociales del país, y las discusiones acerca de temas medio ambientales se dan mayormente en los centros urbanos, lejos de las plantaciones.

García-Ulloa explicó que la meta principal de los científicos es “entender y explorar los impactos relativos y las ventajas y desventajas de enfatizar las diferentes prioridades de la sociedad en los caminos futuros de la expansión de la palma aceitera en Colombia”.

“Creemos que este enfoque exploratorio es más útil para las partes interesadas, porque las ayuda a identificar los patrones y tendencias de los impactos de las vías de desarrollo”, con este análisis basado en un modelo que busca contribuir a “un discurso más informado sobre opciones de uso de la tierra en el futuro”.

El presente trabajo forma parte del Programa de Investigación de CGIAR sobre Bosques, Arboles y Agrosilvicultura  y fue apoyado por la Fundación Nacional de Ciencias de Suiza y El Centro ETH Norte Sur.

 

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