Investigación

Programa de incentivos para la conservación muestra beneficios económicos y ambientales en Brasil

Un programa brasileño que recompensa a las familias por conservar los bosques parece prometedor para reducir la deforestación y ayudar a los pequeños productores a mejorar sus medios de vida, según muestra un nuevo estudio copatrocinado por el Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR).
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El programa Bolsa Floresta refuerza la conservación mediante una combinación de desarrollo comunitario, pago por servicios ambientales, prestación de servicios públicos y apoyo a organizaciones comunitarias, dijo Sven Wunder, economista senior del Centro para la Investigación Forestal Internacional. Fotografía: Flávio Jota de Paula

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El programa Bolsa Floresta refuerza la conservación mediante una combinación de desarrollo comunitario, pago por servicios ambientales, prestación de servicios públicos y apoyo a organizaciones comunitarias, dijo Sven Wunder, economista senior del Centro para la Investigación Forestal Internacional. Fotografía: Flávio Jota de Paula

El programa Bolsa Floresta refuerza la conservación mediante una combinación de desarrollo comunitario, pago por servicios ambientales, prestación de servicios públicos y apoyo a organizaciones comunitarias, dijo Sven Wunder, economista senior del Centro para la Investigación Forestal Internacional. Fotografía: Flávio Jota de Paula

LIMA, Perú (28 de marzo de 2014) _Un programa brasileño que recompensa a las familias por conservar los bosques promete reducir la deforestación y ayudar a los pequeños productores a mejorar sus medios de vida, según muestra un nuevo estudio copatrocinado por el Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR).

Iniciado en el estado brasileño de Amazonas en 2007, el programa Bolsa Floresta de bonificación forestal ofrece pagos directos a las familias a cambio de conservación, desarrollo comunitario, servicios públicos y apoyo a las asociaciones locales.

El programa está dirigido a familias que habitan en Reservas de Desarrollo Sostenible de Brasil, que fueron establecidas para permitir a los residentes combinar usos sostenibles de la tierra y los bosques basados en un plan de manejo. Para el año 2012, Bolsa Floresta había beneficiado a más de 30 mil personas dentro y alrededor de 15 reservas forestales que abarcan más de 10 millones de hectáreas.

El estudio, que se centró en el impacto en dos reservas, Juma y Uatumã, encontró que la mayoría de los participantes —en general pequeños productores que dependen en gran medida de los recursos forestales— informó que sus condiciones económicas eran mejores que antes del inicio del programa Bolsa Floresta. Las tasas de deforestación, aunque eran bajas desde el principio en los bosques remotos donde se implementó el programa, también fueron ligeramente inferiores en esas zonas respecto a las de las regiones circundantes.

“La transferencia de dinero ayudó a muchas familias a cubrir gastos básicos de alimentación y vestido”, comentó Jan Börner de CIFOR, coautor del estudio. “Muchos residentes también informaron que las reservas están mejor protegidas de personas ajenas a ellas que solían cazar o aprovechar madera ilegalmente en las reservas”.

Según los investigadores, esos resultados apuntan a posibilidades de incentivos de conservación en otras partes de la Amazonia que también enfrentan presiones de deforestación debido a la tala y la ganadería extensiva. No obstante, advirtieron que los programas y los incentivos deben adecuarse a la situación concreta de cada lugar.

Para el estudio de impacto se eligieron las reservas Juma y Uatumã porque estuvieron entre las primeras en implementar Bolsa Floresta y habían mostrado una tasa de deforestación más alta que otras reservas cuando comenzó el programa.

La reserva Juma  fue creada a lo largo del río Aripuanã en 2006, en el sureste de Amazonas, un año antes del inicio del programa Bolsa Floresta. Unas 380 familias viven en los 5900 km² de la reserva, alrededor del 70 por ciento de la misma está formada por bosques tropicales. La reserva también es el sitio de unos de los primeros proyectos REDD+ (Reducción de Emisiones provenientes de la Deforestación y Degradación de los bosques) certificados en la Amazonia brasileña. La reserva Uatumã, creada en el nordeste de Amazonas en 2004, abarca 4200 km² y es el hogar de más de 360 familias.

En cada reserva, las normas de zonificación especifican qué áreas pueden ser utilizadas para la agricultura, limitando el clareo de bosques maduros y controlando estrictamente el uso del fuego.

El programa Bolsa Floresta refuerza la conservación mediante una combinación de desarrollo comunitario, pago por servicios ambientales, prestación de servicios públicos y apoyo a organizaciones comunitarias, dijo Sven Wunder, economista sénior de la oficina de CIFOR en Brasil y coautor del estudio. Las familias aceptan cumplir el plan de manejo de la reserva y limitar la extensión de terreno forestal convertido para la agricultura. También deben participar en una asociación local y enviar sus hijos a la escuela, si hay alguna cercana.

“El programa requiere que la población se adhiera a las normas y haga un poco más, y la recompensa por ese esfuerzo adicional”, explicó Wunder.

Cada familia recibe un pago de unos 33 dólares al mes. La falta de cumplimiento de las regulaciones puede resultar en una amonestación, o la suspensión de los pagos. La asociación local recibe una cantidad equivalente al 10 por ciento de los estipendios familiares para actividades que beneficien a los miembros. Cada comunidad también recibe inversiones en actividades que generen ingresos y que  cumplen el plan de manejo de la reserva, como el procesado de productos agrícolas, productos forestales no madereros, pesca o turismo ecológico.

El Gobierno aporta una cantidad ligeramente inferior por familia para servicios públicos como sanidad, educación, transporte y comunicación.

En el estado de Amazonas, el programa está administrado por la Fundación Amazonas Sostenible (Fundação Amazonas Sustentável, FAS), la cual copatrocinó el estudio con CIFOR y el Centro de Investigación para el Desarrollo (Zentrum für Entwicklungsforschung, ZEF) de la Universidad de Bonn en Alemania.

Los niveles de ingresos monetarios de las familias de las reservas son tan bajos que incluso la pequeña remuneración mensual constituye una importante inyección de efectivo, explica Wunder. Este puede no ser el caso en un lugar con conexiones más cercanas a los mercados, o donde hay más producción de madera o más ganadería. En esos lugares, el tamaño y la combinación de incentivos deben ser ajustados a cada situación particular, advierte.

El estudio encontró que, desde que comenzó el programa Bolsa Floresta, la deforestación había disminuido alrededor de un 12 por ciento más dentro de las reservas que en el resto del estado de Amazonas, resultando probablemente en una ligera diferencia de unas 1500 hectáreas adicionales de bosque donde se ha evitado la deforestación.

Según se vio en el estudio, los datos de teledetección proporcionados por el sistema nacional de monitoreo de Brasil PRODES no fueron lo suficientemente detallados como para monitorear la deforestación o degradación a pequeña escala en la reserva. Los investigadores utilizaron CLASlite, un sistema desarrollado por la Carnegie Institution for Science, para obtener información más precisa.

“Para el tipo de deforestación a pequeña escala que predomina en las áreas de Bolsa Floresta, probablemente valga la pena utilizar siempre sistemas de monitoreo de alta resolución”, según  Börner.

Un beneficio fundamental de Bolsa Floresta es que apoya los esfuerzos locales de conservación que ayudan a proteger contra la invasión de las reservas por personas ajenas, afirma Wunder. Aunque mucha gente acusa a los pequeños productores de clarear el bosque, “en zonas remotas y poco pobladas, con predominio de pequeños productores o población indígena, la mayor parte de la deforestación es realizada generalmente por personas que llegan del exterior para cortar madera o clarear tierra para la ganadería extensiva”, subraya.

Una reserva con habitantes en su interior sirve de amortiguación contra la deforestación, y Bolsa Floresta puede reforzar esto facilitando mayores incentivos para la conservación.

“Supuestamente protege a los bosques de la población local, pero también los protege para la población local”, afirma Wunder. “Estas personas pueden convertirse en mejores aliados de la conservación, y una recomendación de nuestro informe a los encargados de la implementación fue que vincularan más las recompensas al monitoreo activo local frente a las fuerzas externas de degradación”.

Para más información sobre este estudio, contacte a Sven Wunder en la dirección de correo electrónico s.wunder@cgiar.org.

Este estudio forma parte del Estudio Global Comparativo sobre REDD+.

 

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